Situada en pleno Valle dels Alforins, se encuentra la bodega Los Frailes en un enclave privilegiado, su situación es magnífica, pues desde el emplazamiento podemos observar los viñedos que conforman esta finca, que desde hace 13 generaciones es propiedad de la familia Velázquez.
Situada en la antigua casa de los frailes Jesuitas, que fueron expulsados de la península en 1767 por Carlos III, la familia Velázquez la adquirió en subasta pública en 1771 y ahí empezó el proyecto que, a punto de cumplir 250 años, es fiel al respeto por el pasado y por supuesto cuidando del entorno y la naturaleza que es la responsable del fruto que cada año se obtiene en la finca.
La finca está rodeada de viñedo, olivo y almendros y cuenta con unas 162 ha. en total. La elaboración del vino se hace totalmente de manera ecológica, las parcelas van desde zonas más altas hasta el centro del valle y cada una está totalmente controlada a través de procesos de agricultura ecológica y biodinámica.
En general es un terreno totalmente agrícola, de secano y con suelos fundamentalmente calizos, aunque las montañas que rodean a las parcelas son suelos de tipo dolomita que durante su erosión han ido transportando sedimentos hacia las laderas y centro del valle, a todo esto hay que destacar una piedra caliza dura que, a diferentes profundidades en cada zona, permite mantener la humedad en el suelo en los periodos de sequía. Y a su vez la
textura franco arenoso y pedregosa del suelo la que permite el drenaje
del agua cuando llueve en abundancia.
Visitamos la bodega con Miguel Velázquez, enólogo y principal representante de este proyecto familiar, para entenderlo, la mayor parte de la visita la realizamos en el campo, reconociendo algunas de las variedades, que además en esta época del año nos ofrecía una paleta de colores otoñales que nos hacían capaces de reconocer cada una de las variedades. Ya con las hojas agostadas y en el ciclo de la viña en aletargamiento, reconocimos el cultivo de la viña, con variedades más jóvenes como la Moscatel, Sauvignon Blanc, Viognier y Verdil plantadas en espaldera, reconociendo los suelos, con poca labranza y con presencia de abono, que proviene en parte de los propios hollejos de la uva, excrementos de una cabaña de ovejas que se estabulan en invierno y que pastan por la viña y un aporte extra para enriquecer suelos sin usar ningún químico.
Por otra parte también visitamos viñas de más de 25 años en vaso de Monastrell, estas aún conservaban hojas y racimas, pues es variedad más tardía, en esta zona, más baja que la de variedades blancas había mucha más presencia de suelo calizo y con mucha más cantidad que la zona alta anterior.
Respecto a la bodega antigua, aún utilizada para la crianza de vinos, pudimos ver los depósitos subterráneos de cemento y también una zona de vasijas o tinajas enterradas, que ya no se utiliza pero que son la esencia de las bodegas de la zona, donde antiguamente se elaboraba el vino y se conservaba. También hay diversa maquinaria antigua, así como damajuanas y barricas con procesos de fermentación y crianza experimentales.
Respecto a la bodega de elaboración, se trata de una nave alta con depósitos de acero inoxidable y un parque de barricas de diferentes tamaños (225 litros hasta 600 litros) y linea de embotellado.
Tras la visita llegó la cata, catamos 3 vinos de los 13 que comercializan, empezamos por el Blanc de Trilogía de 2019, un vino con Sauvignon blanc mayoritariamente que le acompaña un toque de Moscatel de Alejandría, algo de Viognier y Verdil, con pequeño paso de barrica. Se trata de un vino blanco muy aromático, predominio de cítricos y fruta de hueso y con amplitud en boca y fácil de beber, es también muy gastronómico y destacaría su frescura.
En cuanto a los dos tintos, el Monastrell de Los Frailes destaca por su frescura y cantidad de fruta que nos ofrece, un vino que tras su fermentación alcohólica en acero inoxidable, permanece en depósitos de hormigón donde realiza la maloláctica y se va afinando hasta su embotellado.
El otro tinto es una selección especial de
Monastrell y
Syrah con paso por barrica durante al menos 1 año. Se trata del vino
Bilogía en el que se combinan las dos uvas teniendo un aporte de fruta y frescura por parte de la Monastrell y mineralidad procedente de la Syrah, esta combinación da lugar a un vino fresco y a la vez amable y redondo, no encontrando apenas notas de la madera en el vino para poderlo disfrutar de manera más natural y con la máxima expresión de las variedades y el terruño.
Aquí terminamos la visita, pero me gustaría destacar que no teníamos tiempo para más, pero es muy interesante conocer el resto de vinos, sobre todo los vinos de parcelas singulares, ahí podemos encontrar Los Frailes Caliza y Dolomitas, con la diferente expresión de la uva Monastrell con suelos extremos de calizas y roca madre y la Los Frailes Rubificado, donde una uva como la Garnacha Tintorera produce vinos de caracter fresco influenciados por suelos calcáreos ricos en óxido de hierro. En otros capítulos hablaremos de estos vinos que son elaborados en pequeñas producciones, respetando al máximo el origen de la materia prima de tan singular parcela.
Terminaré citando el vino dulce natural After 3 de vendimia tardía, 100% monastrell procedente de una parcela que, si el año lo permite y no se estropea la uva, proviene de realizar una vedimia tardía y recogiendo el fruto ya pasificado que luego se fermentará con racimos enteros, obteniendo un vino delicadamente dulce, con notas pasificadas y algo de tanino, nada empalagoso y perfectamente maridable con foie, quesos curados y frutos secos.
En definitiva una visita muy instructiva de la que se puede resumir que el respeto por la naturaleza y el entorno permite obtener unos frutos de los que elaborar vinos francos, frescos, sabrosos y de mucha calidad, perfectamente ensamblados y presentados para gustos de cualquier paladar.