Celebramos la Semana Santa y esto me ha hecho pensar en el papel que se le atribuye al vino en la religión cristiana.
Presumiblemente el vino, al igual que la sal, el aceite y el trigo han acompañado al hombre desde que habita la tierra y en la Biblia hay multitud de referencias a él.
Aunque parece que muchos no se ponen de acuerdo en si el vino está fermentado o no en muchos de los pasajes de la Biblia, atendiendo a la pureza o no de las levaduras en este tiempo, la cuestión es que está presente en versículos, proverbios, salmos... e incluso en el Cantar de los cantares.
Por su color, su sabor y su proceso de elaboración, el vino es desde la antigüedad producto de mucho simbolismo: el gozo, la sangre de Cristo, la felicidad, el consuelo, medicina e incluso abundancia.
Es inevitable pensar en el vino protagonista en la Eucaristía desde la Última cena, pero al igual que ahora, uno de los más preciados usos del vino era el festivo pues siempre estaba presente en banquetes y celebraciones. En la antigüedad, en el rito del matrimonio, el novio ofrecía una copa de vino a la novia y si esta aceptaba y bebía de ella, se consideraban legalmente casados.
Otro uso del vino era el analgésico: "Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero no lo tomó". Marcos 15, 23. "Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite y se las vendó. Luego montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó". Lucas 10, 34. "No sigas bebiendo sólo agua; toma también un poco de vino a causa de tu mal de estómago y tus frecuentes enfermedades". 1 Timoteo 5, 23.
El vino simbolizaba la satisfacción, la alegría, medicina en la enfermedad y consuelo en el dolor, pero también la abundancia pues quien poseía una viña podía vender vino y garantizar su sustento: "Haces que crezca la hierba para el ganado, y las plantas que la gente cultiva para sacar de la tierra su alimento: el vino que alegra el corazón, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida". Salmos 104, 14-15.
"Yo daré a vuestro país la lluvia a su tiempo, lluvia de otoño y lluvia de primavera, y tú podrás cosechar tu trigo, tu mosto y tu aceite". Deuteronomio 11, 14.
Sin embargo, me llama poderosamente la atención El Cantar de los Cantares un poema de amor conyugal a voces o cantos en el que dos amantes, un joven pastor y una sulamita obligados a separarse se buscan con desesperación declamando su amor de forma poética y tremendamente descriptiva y sensual, apoyándose metafóricamente en la naturaleza, frutos y flores entre las que no podían faltar la vid y el vino.
"¡Oh, si él me besara con besos de su boca!
Porque mejores son tus amores que el vino". Capítulo 1, 2
"Qué hermosa eres, y cuan suave,
¡Oh amor deleitoso!
Tu estatura es semejante a la palmera,
Y tus pechos a los racimos.
Yo dije: subiré a la palmera,
Asiré sus ramas.
Deja que tus pechos sean como racimos de vid,
Y el olor de tu boca como de manzanas,
Y tu paladar como el buen vino,
Que se entra a mi amado suavemente,
Y hace hablar los labios de los viejos. Capítulo 7, 6-9
Pero para terminar, me quedo con: "Como la vida es el vino para el hombre, si lo bebes con medida. ¿Qué es la vida a quien le falta el vino, que ha sido creado para contento de los hombres?" Eclesiastico 31, 27
Imagen. www.flickr.com
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